Especial #11: Joan Subirats, la polarización y la búsqueda de matices
Resumen de la ponencia de Joan Subirats en el Seminario MCPC-Ideograma de 2024, que publicamos en abierto.
El pasado sábado, 26 de octubre, tuvo lugar en Barcelona el séptimo seminario anual de ideograma y el MCPC (Máster en Comunicación Política y Corporativa de la Universidad de Navarra) con el título: «USA 2024. Liderazgos políticos en tiempos de polarización». Hubo ponencias fantásticas, de Ángela Paloma Martín, Ricardo Amado, Alejandro Motta, Brenda Silva, Martí Sáez y Ana Polo, pero quiero destacar la de Joan Subirats, que hizo la keynote inicial.
Subirats ha sido profesor y catedrático en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y ha dirigido varios proyectos de investigación centrados en temas de democracia, sociedad civil y políticas sociales. Fue uno de los fundadores del Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (IGOP) en la UAB y ha colaborado con diversas instituciones en el diseño de políticas públicas. En 2018, asumió el cargo de Comisionado de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona y, posteriormente, en 2022 y 2023, fue Ministro de Universidades de en el gobierno de España.
Destaco, a partir de sus muchas reflexiones, los siguientes puntos que creo de interés y que, en mi opinión, podrían resumir su charla:
1. La multiplicación de esferas públicas. En democracia, no hay una verdad absoluta, sino que existe lo que Habermas denomina la esfera pública, un espacio de comunicación donde los ciudadanos pueden debatir temas de interés común, expresarse libremente y, a través de la discusión racional, influir en las decisiones políticas. Con la polarización lo que está en cuestión es el especio común. Vivimos la multiplicación de esferas públicas sin contacto entre ellas. Ahí se rompe algo, ya no hay debates comunes. Y eso sí que es peligroso, porque se rompe una lógica más plural y se va a la ruptura.
2. La diferencia entre politics y policies. Politics trata del poder y la gobernanza; policies, de las acciones para resolver asuntos específicos. La polarización se da en politics, pero no en policies. Y eso es así porque en policies sí que hay más de una solución, hay grises y matices. Por eso no se discute casi de policies, sino de politics, en una lógica de unos contra otros. Lo absurdo de la situación es que la ciudadanía no entiende ese juego político, puesto que lo que le importa no son las politics, sino precisamente las policies, las soluciones a sus problemas. En cambio, hoy en día casi no se resuelven problemas sino que tan solo se crea ruido.
3. De la polarización política a la social. Lo que antes era mera polarización política por interés electoral se está convirtiendo en polarización afectiva. Cuanta más homogeneidad grupal se postula, más se alimenta el odio hacia los otros. La defensa de lo nuestro (y el perdón de nuestros excesos) para cuestionar lo qué hacen los otros. El estiramiento de los extremos que, a su vez, deja menos espacios intermedios. Hoy, aún hay más polarización de élite que social, pero ésta última no deja de avanzar. Y eso es lo grave, que filtre y cuaje.
4. La persuasión desde los argumentos, y no desde los hechos. Cuanto más enfrentamiento, más noticia. Es una constante escalada. Más notoriedad, más la alimentan los medios. Es pura politics y los líderes lo saben y aumentan esa polarización para aumentar su visibilidad. Y es entonces cuando entramos en el terreno de discutir los hechos, aquello que era indiscutible, las evidencias científicas. Ante un hecho, y en vez de cambiar de opinión, se desacreditan las fuentes. Eso significa que se persuade desde los argumentos, no desde las evidencias. Todo esto provoca un aumento de la distancia ideológica en cualquier tema y crea animosidad.
5. La erosión de los matices. En un entorno VICA (Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad), se premia más la coherencia sólida que el matiz. La autoridad por encima de la duda, el blanco o negro por encima de los grises. Ya no hay matices y, cada vez, hay menos lazos débiles (amigos y conocidos que no piensan como nosotros). La polarización disminuye los lazos débiles y eso erosiona los matices.
6. Por suerte, quedan los árbitros (por ahora). En democracia, cuando la polarización es extrema, siguen quedando las instituciones que ejercen como árbitros. Es el caso de los jueces. El problema estriba cuando los árbitros también se polarizan y politizan. Es entonces cuando sí que la democracia estará en peligro.